1980 - Kits y piezas Rockinger
1980 - Caja de Servicio
Para aumentar nuestro volumen de negocio con las tiendas desarrollamos la "Rockinger Servicebox". Consistía en una gran caja de madera con cajones de plástico etiquetados, que contenía casi todo lo que se necesitaba en una tienda en materia de recambios y piezas de reparación: enchufes, potenciómetros, interruptores, tornillos, etc. Por suerte, tenía unos buenos amigos en Göttingen que publicaban una revista sobre la ciudad y tenían un ordenador de fotocomposición. Aún no había ordenadores "normales", así que tuve que escribir mucho allí, por ejemplo, los titulares de los catálogos y, especialmente, las etiquetas para los cajones de la Service Box. Este producto tuvo bastante éxito entre las tiendas y los mayoristas de guitarras.
Harald Kadagies
En 1979 había entrado en escena un competidor: "Sound & Vision" de Harald Kadagies, en Bremen. Ofrecía productos americanos, las primeras pastillas Di Marzio, cuerpos de guitarra de Boogie Bodies, productos Warmouth, mástiles y guitarras Schecter, kits de apantallado y todo tipo de libros técnicos. Era el momento adecuado para este tipo de productos. Todos, en el mundo de la guitarra, buscaban individualizar sus instrumentos, tuneándolos. Y nosotros estábamos justo en el meollo.
Nuestro catálogo, en formato A5, era pequeño y útil, pero no demasiado atractivo. El catálogo de Harald era más grueso y en A4. Además, daba la impresión de que tenía a varias personas trabajando ("¡Puedes sacar al personal de la cama a partir de las 11!").
Harald siempre ha sido una persona muy agradable, además de tener los buenos modales típicos del norte de Alemania. Nos conocimos en la MusikMesse de Frankfurt. Él tenía 20 años e inmediatamente estuvo listo para añadir nuestros kits a su catálogo, incluyendo los más recientes de mástil neck through. ¡La competencia resulta estimulante!
Harald y yo hablábamos a menudo por teléfono y, finalmente, consideramos la posibilidad de fusionar las dos compañías. Había un pequeño inconveniente: Harald estaba preocupado por sus proveedores americanos y nos confesó, no mucho después, que en caso de fusión tendría dificultades para reunir el capital inicial acordado. Yo no quería abandonar la idea de contar con él. Sus catálogos eran verdaderas obras maestras de gráficos y texto; mucho mejor que nuestro pegamento y nuestros garabatos en Letraset.
Züli y yo debatimos cómo podríamos integrar a este personaje brillante en nuestra -ya floreciente- empresa y concertamos una cita con Harald en Bremen.
A las 11 de la mañana acudimos allí, con puntualidad germana. Hmm.., un poco extraño, un digno edificio de apartamentos de principios de siglo, en cuyo portal se indicaba que la tienda Harald's Sound & Vision se encontraba en el segundo piso. No ocurrió nada cuando tocamos el timbre. Al poco, un joven con aspecto de vagabundo salió de la casa (resultó ser el cantante de la banda de Harald "A5"). Sólo entonces se abrió la puerta, así que subimos y entramos en los salones sagrados. Harald vivía en un gran apartamento en el viejo edificio. Había reservado parte del apartamento como una espectacular sala de exposición de sus piezas y de los instrumentos Schecter. Ni rastro del personal que esperábamos, aquello era un brillante espectáculo unipersonal. Harald tenía una agenda bien administrada, con muchos clientes y muchos pedidos que no podía satisfacer, debido a la tardanza de sus proveedores, especialmente los americanos. Además, Meinl acababa de hacerse cargo de la distribución de las pastillas Di Marzio. Y Schecter también acababa de cambiar a la competencia: Musik Schell.
Harald parecía recién salido de un coma, pero poco a poco se espabiló y finalmente nos pudimos centrar en el motivo de nuestra reunión. Nuestro escepticismo se rindió ante la visión de la sala de exposición perfectamente diseñada y ante el obvio sentido del orden de Harald, así que, finalmente, acordamos fusionarnos. Pagamos sus deudas pendientes e inmediatamente se puso a trabajar en la creación de un catálogo de Rockinger realmente genial. Ah sí, el nombre "Rockinger" lo tomamos del guitarrista de Hannover Arndt Schulz, que se llamaba a sí mismo Arndt "Rockinger" Schulz. Arndt pronto acabaría empaquetando pastillas para nosotros.
Mudanza
En línea con la fusión, decidimos trasladarnos todos a Hannover. Mi cuasi ciudad natal, la ciudad alemana del rock, con el mayor número de bandas en todo el país. Allí alquilamos el primer piso de un bonito edificio en Südstadt, en la calle Hildesheimer, parte de un antiguo taller de reparación de bicicletas.
Cuando nos mudamos, Hanni y Jule se quedaron en Göttingen por un tiempo y Harald, Züli y yo vivíamos en nuestra oficina. Un piso compartido de la empresa, por así decirlo.
Nuestro piso superior tenía un largo pasillo. A la izquierda del patio se encontraban las oficinas y a la derecha una enorme habitación vacía de unos cuatro metros de altura, con dos grandes tragaluces en el techo. Harald convirtió un tercio de esta habitación en una impresionante sala de exposición que incluía un departamento de envíos. Los otros dos tercios eran para el taller.
Harald, Harald, Harald Kadagies ... Un diseñador y redactor realmente brillante, un hombre de infalible buen gusto con una enorme dosis de rebeldía. Había diseñado una atrevida colección de cuerpos de guitarra heavy metal. Su manera de describirlos en el catálogo de Rockinger era tan sugerente que a los aficionados se les hacía la boca agua. También era autor de una gran colección de cómics de heavy metal. Uno de ellos era una historia sobre un rockero de fantasía llamado "Heilmann". Luchaba contra otros guitarristas, con su guitarra decorada con pechos femeninos y los mandaba al otro barrio con sus "rayos de sonidos extremadamente extraños". Con este personaje, Harald creó unos anuncios muy llamativos, con Heilmann y su guitarra, excelentemente equipada con componentes Rockinger. "¡Este sonido es un asesino!” Obviamente, acabaríamos construyendo una versión real de la guitarra de Heilmann. ¡Había que hacerlo!
Una de mis máximas es: "Reúne las fuerzas positivas". Y estas fuerzas seguirán siendo positivas mientras todos se muevan en la dirección correcta. A veces, sin embargo, las cosas salen de otro modo. Y es lo que ocurrió con Harald. Lamentablemente, nuestro diseñador principal era psicológicamente bastante inestable y cayó en el consumo de alcohol y drogas. Eso le acabó llevando a un estado permanente de depresión. Durante el año que estuvimos juntos la situación se volvió tan insostenible que tuvimos que aconsejarle que se fuera.
Pese a ello, Harald fue una figura formativa en Rockinger debido a su fascinación por el diseño y aprendimos mucho de él. Lleva muchos años viviendo en La Gomera, su exilio soñado en el Océano Atlántico, pero nunca hemos perdido el contacto. Aquí está su último correo electrónico: "Oh, viejo amigo, ya no vamos a ninguna parte - mis tiempos de fiesta han terminado - cómo puede una criatura soportar tal ajetreo y bullicio con sobriedad - odiamos dejar nuestro propio trozo de tierra - evitamos el hostil mundo exterior con sus confusas interdependencias sociales - cansado y pesado, el viejo se hunde de nuevo en las almohadas - nunca más - ¡nunca más! H.“
Aquí hay dos ejemplos de los maravillosos cómics autoeditados de Harald:
1980 Piezas de repuesto de Fender
A finales de 1970 ya había todo tipo de piezas en el mercado. Ya no era necesariamente el momento de inventar cosas completamente nuevas. Ahora era el momento de examinar con rigor, de analizar las cualidades de los productos existentes y aplicar el conocimiento resultante.
El hecho más significativo de esta época fue el fin de las guitarras Leo Fender. Es decir: la venta de Fender a la compañía americana CBS. Los instrumentos que CBS empezó a producir a partir de entonces no sonaban tan bien como los de la etapa previa. Y además, estéticamente, el diseño había empeorado. Las placas de mástil de tres tornillos, recientemente introducidas, habrían estado bien si los huecos del mástil no hubiesen tenido tanta holgura. Y el hermoso bloque de acero del trémolo de la Strato había dado paso a una pieza barata de zinc fundido que desafinaba la guitarra a la menor ocasión. Por culpa de esto, todo el mundo en aquellos tiempos intentaba hacerse con Fenders anteriores a la época CBS.
Eso provocó que las guitarras y bajos hechos bajo la dirección de Leo Fender experimentaran un increíble renacimiento, ya fuera como instrumentos completos o por partes. Esto también ocurría con las copias de aquellos modelos, bien con las mismas maderas o con materiales más exóticos como la bubinga, el cebrano, el palorrosa, etc.
No queríamos quedarnos de brazos cruzados y ser sólo espectadores de este inesperado boom. Podíamos hacer los mástiles nosotros mismos, como habíamos hecho con nuestros kits, incluso con mástiles neck through (en los que las palas eran mucho más laboriosas). Además, el mercado demandaba que ofreciéramos mástiles pintados. Por una afortunada coincidencia encontramos un estupendo pintor a las afueras de Hannover que, no sólo barnizaba, sino que también hacía muy bien trabajo lijando y puliendo las superficies. También pusimos a la venta un spray de laca mate de Rockinger.
¿Pero cómo haríamos los cuerpos? Ahí tuve una buena idea: la elegante fábrica de muebles de mi suegro. Les dimos las plantillas para las formas exteriores y compramos metros cúbicos de madera. Los bloques de madera en blanco se fresaban con la forma exterior exacta y nosotros sólo teníamos que recogerlos. En esta fase, el cuerpo se serraba dando un cierto margen con la sierra de cinta y luego se afinaba al tamaño exacto en la fresadora de copia. En la fábrica trabajaba una mujer que cortaba los cuerpos en la sierra de cinta tan rápido que resultaba increíble. Pero estos cuerpos no tenían hechos los cortes para los huecos de pastillas y la electrónica: sólo tenían la forma exterior y eran planos en la parte frontal y trasera. Compramos, por 600 marcos, una fresadora Schanbacher & Ebner, vieja, pero completamente funcional y también nos hicimos con una fresadora de mesa. Además, por supuesto, hubo que comprar fresas de corte y un montón de equipo de lijado para alisar y redondear todo, sin olvidar un sistema de extracción para el polvo y las virutas. Y ahí los teníamos: ¡los kits de "Fender"!
Gerda Maus
Teníamos empleados y personal temporal desde el principio, sobre todo para dedicarse a la engorrosa contabilidad. Un asesor financiero amigo mío me había dicho: "Cuando se funda una empresa, lo primero que hay que hacer es asegurarse de que las finanzas y la contabilidad son a prueba de bombas". Y así es como Gerda Maus entró en juego. La joven, siempre de buen humor, se ocupaba de las finanzas meticulosa y despiadadamente. Y también se encargaba de los envíos. Su actitud -y también su atractivo- impulsaron a Harald a diseñar un provocativo anuncio a toda página en el "Fachblatt" con una foto de Gerda.
Los golpeadores "Tele" con ranuras para Keith
Una vez Harald tuvo una idea genial para Keith Richards, quien, como es sabido, no era en absoluto reacio a las drogas. A Harald se le ocurrió encargar a Müller & Sohn unos golpeadores para Telecaster, de latón, que tuvieran varias ranuras. Estas ranuras serían como las de los trémolos Strat de la época, en las que se guiaban los tornillos para ajustar la altura de las selletas. En nuestro caso, las ranuras tenían unos ocho centímetros de largo y, por supuesto, eran más profundas. La idea era que se pudiese espolvorear cocaína en el golpeador y luego empujarla hasta las ranuras con una tarjeta de crédito o algo así. Allí se quedaría la coca bien alineada hasta que llegase Keith o cualquier otro Stone para esnifársela con fruición con una pajita.
Enviamos estos golpeadores a través del organizador de un concierto de los Stones en Hannover, para que se los entregase antes de la actuación en el Niedersachsenstadion. Desgraciadamente, nunca recibimos respuesta, ¡qué pena!
Horst Gropp
Horst Gropp, a menudo llamado simplemente "Grumm" o "Sr. Grumm", ya se había encargado de fabricar los primeros kits partiendo de nuestros diseños. Fue prácticamente nuestro primer carpintero/luthier. Un tipo muy creativo, con un gran sentido del humor. Juntos ampliamos el área de trabajo con madera y aumentamos la maquinaria. Con buen criterio, nos hicimos con maquinaria realmente profesional, nada de juguetes de bricolaje. Algunas de estas máquinas eran verdaderos colosos, como la fresadora estacionaria, una gran fresadora de banco y la máquina perforadora de bifurcaciones de Bäuerle con tres portabrocas, una auténtica bestia.
De hecho, tuvimos que contratar a una empresa de transporte de pianos para que subieran estas enormes piezas a nuestro piso superior. No lo habríamos conseguido nunca, sólo a base de nuestra pura fuerza muscular amateur.
Ahora por fin podíamos hacer los cortes para el mástil, las pastillas, la electrónica y los bindings en la fresadora normal y los contorneados para el antebrazo y el vientre en la fresadora de banco. Los cuerpos en bruto procedían de la fábrica de muebles, los mástiles de la compañía maderera de Erlangen y los diapasones de Klier. Para colocar los trastes teníamos un taladro vertical enorme, en cuyo mandril, en sustitución de la broca, anclamos un punzón de presión ligeramente curvado hacia adentro.
Nuestros kits con mástil neck through se vendían bastante bien, aunque la mayoría de músicos todavía preferían comprar algo terminado a crear su propio diseño. Pero la tendencia ahora se dirigía más a los mástiles atornillados, tipo Fender, y a la personalización por partes de la guitarra.
Y aquí está el prólogo del catálogo, que fue muy popular en ese momento:
Fuimos aumentando nuestro catálogo y nuestros stocks con todo tipo de herrajes de latón. Eso hizo que también aumentase enormemente el peso de los materiales que almacenábamos en nuestras baratas estanterías que, ya desde el principio, eran bastante inestables. Y ocurrió lo que tenía que ocurrir: en una de las estanterías las patas se doblaron, cayó a un lado y volcó las otras estanterías de componentes como fichas de dominó. Aquello costó tiempo y dinero.
Kits personalizados
Era hora de ampliar nuestra gama de productos. Fue lo que hicimos con nuestra gama de modelos estándar, hasta entonces compuesta de Stratos, Teles, Jazz-Bass y P-Bass, con Explorers, Flying Vs y una "Mini"-Explorer". Y, muy importante: estábamos muy por delante de los americanos, porque ellos sólo podían ofrecer cuerpos con corte estándar para Europa, por razones de transporte y organización.
Desarrollamos un sistema de fresado modular, con el que podíamos ofrecer, por ejemplo, cuerpos Strato con fresado de pastilla de Tele en el mástil y humbucker en el puente. O cuerpos Tele con trémolo Strato, pastilla en el medio y compartimento eléctrico trasero. Con nuestros kits personalizados cualquier variación era posible. El fresado se hacía sobre la línea central y la posición del puente para asegurar que las cuerdas estuvieran absolutamente centradas sobre el cuerpo y que la longitud de la escala (de la cejuela al puente) fuera precisa. Para ello, teníamos una base de apoyo en la que se podían insertar desde arriba los correspondientes marcos de sujeción para los cuerpos en blanco. Para la parte inferior teníamos un montón de plantillas con diferentes recortes, que se seleccionaban a petición del cliente.
Un vistazo a nuestra sala de exposición después del desastre de la caída de las estanterías...
Algo de tecnología...
Por lo general, una fresadora de copia tiene un motor de alta velocidad que se puede bajar, con un mandril para fresas de diferentes diámetros y perfiles. En el centro, debajo, hay un mandril con pasadores guía intercambiables, también de diferentes diámetros. Estos se enganchan en los huecos fresados de las bases de las plantillas de modo que el cuerpo sólo puede moverse hasta donde lo permita el pasador guía fijado en la mesa. Así, la forma de la plantilla se copia limpiamente 1:1 en el cuerpo. Y si una fresa - por cualquier razón - es demasiado pequeña, simplemente se sustituye el pasador guía por uno más pequeño para que la fresa se pueda mover un poco más.
En esta máquina también fresábamos los bindings. Por ejemplo, se toma un perno guía de ocho milímetros de diámetro y una fresa de doce milímetros de diámetro, que luego quita dos milímetros por todo el contorno. Atención a la pegatina que Horst pegó en el motor de la fresadora (“10 años de conducción en estado de embriaguez”).
Después de Gerda y Horst (nuestro segundo "hombre fuerte”), llegaría Henner Malecha.
Henner Malecha
En nuestra floreciente empresa, Henner Malecha se convirtió en la persona de referencia en lo referente a los bajos. Era un loco de los bajos Jazz Bass, de los que poseía modelos muy antiguos. Constantemente construía sus propias recreaciones de este modelo a partir de piezas nuestras.
"El tío Hennes” estaba realmente obsesionado e, incluso entonces, ya consideraba que la posición exacta de las pastillas de los bajos era lo más importante. Lo cual es cierto, porque ciertos sobretonos afloran mejor cuando se tiene en cuenta este factor. La forma de los cuerpos era casi igual de importante para Henner, con esos elegantes contorneados para el vientre y los antebrazos.
El legendario bajista de los estudios de Munich, Günther Gebauer, sigue tocando con entusiasmo nuestro bajo sin trastes con diapasón de ébano. Cada vez que diseñamos un nuevo bajo, no importa la escala, estos detalles son los más importantes para mí hasta el día de hoy.
Otra bonita anécdota: Henner tuvo una breve aventura amorosa con una mujer rusa llamada Tamara. Se pasaba el día tarareando, con la melodía del “Caroline” de Status Quo: “Tamara, Tamara, ob Brutto, Netto oder Tara. Tamara, Tamara, sweet love” (“Tamara, Tamara, ya sea bruto, neto o tara. Tamara, Tamara, dulce amor”)
Golpeadores Verde Menta
Cuando se fabricaron las primeros Stratos, los golpeadores blancos brillantes, hechos de celuloide, tenían ABS o PVC, materiales que se dejarían de usar más tarde. ¿Cuál era el modo de reconocer una vieja Strato? Bueno, ya se sabía en aquel entonces (1979) que la primera indicación de un Strato pre-CBS era un tono verdoso del golpeador, resultado de varios años de exposición a la luz UV. Esto sucedía porque, con el paso de años la capa blanca superior empezaba a hacerse más transparente. Como resultado, la capa negra del medio brillaba hacia el exterior, creando esa sombra verdosa y llamativa que ya entonces conseguía hacer que el corazón de los coleccionistas palpitase más rápido.
Le pregunté al experto en colofonia, el Sr. Glassl, si este color podría ser reproducido. ¡Claro que se puede! Así que pedimos material de golpeadores a una fábrica de celuloide en Italia, que era capaz de producir cualquier color que quisiéramos. Lo moldeaban en bloques, lo cortaban en finas capas y laminaban la capa superior e inferior en verde menta con una capa media en negro. Hubo que soltar unos pocos miles de marcos a cambio un pedido mínimo. Pero no nos importó porque estábamos en el camino correcto. Nuestros golpeadores “originales” de celuloide eran aún más auténticos que los que japoneses y coreanos produjeron unos años después con PVC o ABS.
Horst y Tom
Después de Horst, Tom Kaiser fue el segundo carpintero que empezó a trabajar con nosotros. Compramos otra fresadora y él empezó a dar forma a los cuerpos con aún más precisión, haciendo todo lo posible para conseguir un resultado más perfecto, es decir, que requiriese menos ajustes y lijado posterior.
En la fresadora de banco siempre poníamos el cabezal grande de 40 cm, que usábamos para fresar el radio de los diapasones y para hacer el contorneado del antebrazo en los cuerpos. Para el contorneado del vientre, en la parte trasera de los cuerpos, habíamos montado gruesas fresas cilíndricas en ambas máquinas, las cuales, trabajando en conjunto, corrían en direcciones opuestas. Esto tenía un propósito específico: cuando el cabezal de la fresadora corta la madera y alcanza su punto más bajo, las hojas del cabezal de la fresadora empiezan a fresar hacia fuera contra la veta. El peligro en ese momento es que rompa la madera y la deje hecha trizas. Para evitar esto, se corta con una fresa en el sentido de las agujas del reloj hasta casi el centro y luego con la segunda fresa se corta en el sentido contrario a las agujas del reloj desde el otro lado. Así la parte central queda a salvo.
Un punto crítico en la guitarra es el ajuste del mástil al cuerpo: Si tienes un viejo cuerpo de Rockinger y encuentras el sello "Grumm" o "Tom" en el hueco del mástil, ¡puedes estar seguro de que has adquirido una valiosa pieza de coleccionista! Horst firmaba ceremoniosamente cada mástil cortado a mano y sus ajustes siempre eran muy precisos. Hicimos un anuncio al respecto más tarde con el título “Tiene que entrar, aunque acabemos gritando”. Horst Gropp: Un superhombre...
No puedo recordar cuántas noches estuvimos en el banco de trabajo con una caja de cerveza desarrollando nuevas ideas y diseños. Uno de los primeros proyectos fue aquella guitarra con los pechos femeninos del cómic Heilmann de Harald Kadagies. Trabajamos en este maravilloso cuerpo casi hasta el amanecer. Fue una verdadera alegría cuando finalmente pudimos acariciarlo con la mano. Todo - excepto la elasticidad, claro – ¡era clavado!
Sin pala
Cuando los bajos sin pala se pusieron de moda, Horst contribuyó con un bonito diseño: el "Grum-Stick". Tom sigue trabajando con nosotros hoy en día y, después de más de treinta años, con su pelo largo, es el único de todos nosotros que sigue teniendo el mismo aspecto.
Strat Headless Bass
Hemos vedido muchos ...!
Y con fantastica ayuda de nuestro amigo Fargo Pedder ...